1. Sensación de suspensión incorporada
Las capas de carbono absorben las raíces y las rocas como un microamortiguador, reduciendo el zumbido del sendero que golpearía las muñecas y la parte inferior de la espalda. Los ciclistas se mantienen más frescos en las largas epopeyas sin añadir peso ni piezas de suspensión que requieran mucho mantenimiento.
2. Control preciso
La alta rigidez lateral traduce cada movimiento de la barra en un movimiento instantáneo de la rueda. Esa ágil respuesta se traduce en cambios de trazada más rápidos, salidas de curvas más cerradas y la confianza necesaria para esquivar surcos por sorpresa a gran velocidad.

3. Velocidad libre en cualquier pendiente
Los cuadros que pesan 1-2 lb menos que los equivalentes de aluminio te permiten atacar las subidas y salir de las curvas con menos esfuerzo. La baja masa también mantiene la bicicleta ágil en el aire, perfecta para dobles y descensos.
4. Construcción resistente
Las resinas modernas y los programas de laminado resisten los golpes de las rocas y los impactos que abollarían el metal. Un cuadro de carbono bien fabricado puede durar más que un cuadro de aluminio y mantener un aspecto impecable temporada tras temporada.
5. Una bicicleta para cada viaje
Tanto si se trata de un circuito XC de todo el día, como de dar vueltas en el parque para bicicletas, o de un singletrack después del trabajo, un cuadro de carbono se adapta. Cambia las cubiertas y los reglajes de la suspensión y el mismo chasis se transformará en un cohete de carreras o en una bestia del enduro sin concesiones.




